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San Ignacio Nadie sabe porqué no ha vuelto Jairo López a la Plazuela San Ignacio. Él, quien comenzó el movimiento de ajedrecistas de la Plazuela hace casi 10 años, no volvió más. De esto hace cosa de un mes. El lustrabotas simplemente no volvió a ocupar una de las bancas de cemento, situada cerca del busto de Marceliano Vélez. Pero como si estuviera él, con el mismo ánimo, trabajadores del sitio y visitantes se ocupan durante las horas del día y algunas de la noche al "juego de los mudos", como él mismo decía que debía llamarse este deporte, pues le resultaba desesperante oír los comentarios de los observadores acerca de las jugadas que, según ellos, debían hacerse. Conforme van pasando las horas del día, la acción va subiendo. En la mañana, los estudiantes van de paso. Los trabajadores van de paso. Van apareciendo los vendedores de café. Cuando cae la tarde, la Plazuela es un hervidero. Los estudiantes se sientan en las jardineras cercanas al Paraninfo de la U. de A. a besar sus helados de nata y a ignorar el ruido de motores y frenos de los buses de Buenos Aires y La Milagrosa que se detienen a recoger pasajeros y los pitos de tráficos intentan ordenar el caos de la hora pico. También los pregones de vendedores de agua y de minutos en teléfonos celulares. Faltan sombras. Dos ceibas centenarias no dan abasto para tanta gente. La cuna del saber
Tanto la Plazuela San Ignacio como el edificio Paraninfo están llenos de historia. Este último, fue construido en 1800 para ser la sede del colegio San Francisco, que después pasó a llamarse San Ignacio. Los estudiantes del colegio utilizaban la Plazuela San Ignacio como lugar de descanso. A la par del colegio, construyeron la iglesia San Ignacio y el monasterio, donde actualmente funcionan las oficinas de la caja de compensación familiar Comfama. Estas obras estaban presupuestadas para realizarse en 8 ó 10 años, pero tardaron 38. En la década de 1950, el colegio se trasladó a su sede actual.
La historia que guarda entre sus muros el edificio Paraninfo es muy amplia, pasa por la época de la independencia, cuando sirvió de cárcel y resguardo a José María Córdoba en las batallas y fue cuna de la Universidad de Antioquia. En 1911, se reconstruyó el edificio con arquitectura eléctrica y con elementos jónicos que reunían diferentes estilos. En 1987, después de estar casi en ruinas, el Paraninfo volvió a ser sometido a una restauración. Debido a la falta de recursos, realizaron la campaña “Antioquia unida para que el Paraninfo viva”, y fue así como lograron recoger los 3.500 millones de pesos que costaron las obras. Por su parte, la Plazuela San Ignacio, que fue lugar de encuentro de intelectuales y sirvió de inspiración para poetas, fue remodelada en 1993 con una inversión cercana a los 76 millones de pesos, donde se cambió el piso, hicieron mantenimiento a las estatuas e instalaron 18 bancas y cinco casetas comerciales. |
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