martes, 17 de mayo de 2011

Balance de Visiones













Al abordar una plazuela con una carga histórica como la de San Ignacio nos damos cuenta que no solo queda como patrimonio cultural de la ciudad, sino un referente público valorado principalmente por los de adentro.

Al estar situada en el centro de Medellín, viene un primer prejuicio que se hace obvio por personas no cercanas a este ambiente, la mayoría consideran este espacio peligroso, por no pertenecer ni empaparse de su cultura urbana.

Mas allá de este prejuicio vienen otros quizá que añaden su concepción de lugar “peligroso” ya que en la plazuela están incluidos toda clase de personajes; desde el vendedor de tintos, la de los cigarrillos, el lustrador de zapatos, el jugador de ajedrez, el borracho, el loco, el niño, el estudiante, el personaje común y corriente, el  empresario. Todos son bienvenidos en la plazuela.

En el caso de los artesanos (mujeres madres de familia en su mayoría), aunque su estadía no es tan prolongada conocen muy bien el movimiento del parque,  debido a sus constantes visitas y encuentran allí una opción de sustento junto a los otros que se rebuscan la vida en esta plazuela.

Al salir a flote prejuicios como los mencionados, se crean estereotipos de los visitantes de esta plazuela, se generaliza un ambiente de caos, de vicios y pasa desapercibido el lugar de encuentro que siempre ha sido destacado.

La plazuela en sí, hace  parte de la ciudad conquistada por los de adentro ya que es habitada de recuerdos, recorridos cotidianos, historias, una gran diversidad; pero al mismo tiempo para los excluidos, los de afuera sería parte de una ciudad negada por los estereotipos sociales, económicos y culturales, inseguridad urbana.

Entonces lo que le da el carácter de ciudad conquistada o ciudad negada es la perspectiva del que la esté analizando, en cada persona se genera un punto de vista diferente,  la perspectiva cambia dependiendo del papel que  la persona juegue; por ejemplo en el caso del celador para él es un lugar inseguro, el lo ve como un desafío, en cambio para el vendedor ese lugar es como su casa, sumado a que de ahí proviene su sustento diario.

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